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El dilema

· 3 min de lectura
Pablo Sánchez
Dream Maker @ Mood Robotics

Hace dos meses que me aisle del mundo y empece a trabajar en el desarrollo de lo que yo creia que era una aplicación que revolucionaría la gestión empresarial.

La misión era clara: crear una solución que facilitara la administración de una empresa en todos sus aspectos, desde el marketing hasta la producción. Poco sabía en ese momento que este proyecto me llevaría a un dilema que cambiaría la forma en que vemos a los directivos.

Digo aislé, porque me fuí a vivir a una pequeña casa frente a la playa, durante un par de meses, en el Caribe.

Pero la realidad es que estaba conectado con un equipo de desarrollo, y aunque algunas noches miraba desde la playa la segunda fase del lanzamiento de los satelites starlink, que ya permiten conectarse desde cualquier lugar del mundo, el equipo y yo trabajamos incansablemente en la aplicación, aprovechando las últimas tecnologías de inteligencia artificial y aprendizaje automático para crear una herramienta poderosa que ayudara a los directivos a tomar decisiones más informadas y eficientes.

Pero a medida que avanzábamos en el desarrollo, comenzaron a surgir preguntas inquietantes: ¿Podría ir más allá de ser una simple herramienta de asistencia a la dirección? ¿Podríamos crear un robot con capacidades de gestión y dirección?

Decidimos explorar esta idea más a fondo. Desarrollamos un prototipo de robot directivo que no solo podía analizar datos y ofrecer recomendaciones, sino que también podía tomar decisiones y liderar equipos. Era un avance revolucionario en la gestión empresarial, pero también planteaba preguntas éticas y preocupaciones sobre el impacto en el empleo humano. Pasar de diseñar OKRs a ver como el robot los creaba era algo que no me esperaba, y aunque era lo que buscaba, no estaba preparado para ello.

Este dilema nos llevó a una profunda reflexión. Por un lado, un software de asistencia podría ser extremadamente útil para los directivos al brindarles análisis detallados y recomendaciones basadas en datos. Pero, por otro lado, ¿no podríamos aprovechar la tecnología de inteligencia artificial para ir más allá y liberar a las empresas de la necesidad de tener tantos jefes humanos?

En nuestra búsqueda de respuestas, consultamos a directivos de diversas empresas y líderes en tecnología. La conclusión fue sorprendente. Muchos directivos vieron el potencial de estos robots directivos para liberar su tiempo y recursos, permitiéndoles concentrarse en la innovación y el crecimiento estratégico. Algunos incluso expresaron que estos robots podrían ayudar a eliminar la burocracia innecesaria, reuniones maratonianas y fomentar una toma de decisiones más objetiva.

Sin embargo, también surgieron preocupaciones legítimas sobre la necesidad de mantener el toque humano en la dirección empresarial, especialmente en la toma de decisiones éticas y estratégicas que requieren empatía y visión a largo plazo. Era evidente que la respuesta no era simplemente "software o robots", sino encontrar un equilibrio entre la automatización y el liderazgo humano.

Aunque estabamos desarrollando la aplicación original, potenciándola con capacidades de asistencia más avanzadas y análisis de datos, decidimos crear un proyecto propio, que lo liderara desde el principio el robot.

¿Llegará a competir con el equipo que lleva años liderando un sector? ¿Podrá un robot liderar un equipo? ¿Podrá un robot liderar una empresa? ¿Podrá un robot liderar un sector? ¿Podrá un robot liderar un país? ¿Podrá un robot liderar el mundo? Son muchas preguntas para las que no tengo respuesta, pero lo que si tengo claro es que el robot no es el problema, sino la solución, y por eso, estamos a trabajando en ello.

Pero esa es otra historia, y la contare en otro momento, cuando haya ocurrido.